En Punitaqui También Juegan Golf

Mi amigo Oscar Rojas invitó a mi familia a disfrutar de un fin de semana a todo campo, con asados, fiesta de cumpleaños, brindis, bailes y algo que no tenía contemplado como ir a tirar unos palitos al “acondicionado” hoyo “1” de Punitaqui.

Para los que no conocen Punitaqui esta es una comuna pequeña, de no más de 12 mil habitantes, de los cuales 3/4 de ellos vive en la ruralidad. Es gente humilde y cariñosa donde la principal diversión está dada por las carreras a la chilena -domingo por medio- alguna que otra pichanga de fútbol, además de escuchar folclor y una que otra canción de Hechizo, grupo Sound famoso por esos lares. Pero no es lo único, ya que, continuando mi relato, después de la fiesta del día sábado, tomamos desayuno el domingo y partimos con Oscar a comprar el diario al pueblo, conectarse con el mundo a través de Internet (obviamente con banda ultra angosta) y comprar uno de los famosos arrollados caseros que es característico de esta zona.

Veníamos de vuelta de los trámites en el pueblo, con ganas de llegar luego a la casa para poder “entrarle el diente” al arrollado calentito, recién comprado, cuando mi compañero apunta a una persona y me dice… “Gordo, que te parece si hacemos unos tiritos”. De que me hablas ¿Qué tiritos?... A no te conté me dice el flaco Rojas (que de flaco sólo le queda el sobrenombre)… No, ¿Qué pasa?? digo yoEse “gallo” de allá es el Charly García de Punitaqui o también conocido como el “zancudo Raculón”, así le dicen, es todo un personaje de acá y juega Golf prácticamente todos los días de la semana… Wuuuaaa no te creo, aquí en Punitqui??? Señalé… Si po, vamos a jugar con él, le encanta que lo acompañen en el juego.
La cancha era de tierra y tenía una buena distancia como para tirar. Nos bajamos del auto y lo saludamos. En ese momento capte a que se refería mi amigo con catalogarlo como personaje. De partida de 10 palabras que decía, por lo menos 8 era un “wueón” o un “Concha de XXX”, pero no me era incómodo ya que a pesar de que no era apegado a la Real Academia de la Lengua Española, transmitía bastante cariño.

Comenzó el juego y la idea era pegar lo más lejos posible, para luego devolverse, y con la menor cantidad de golpes atinarle a una bolsa de plástico apelotonada que estaba en el suelo. Era entretenido el juego, ya que el que le pegaba mejor y más fuerte, tenía más dificultad para devolverse al hoyo que estaba al lado de la “salida”. Era un Handicap natural de juego.

Jugamos un par de veces para luego retirarnos, ya que los jugadores de fútbol, a pesar de estar entretenidos viéndonos como golpeábamos esa pelota a más de 150 metros de diatancia, debían comenzar el tradicional partido de fin de semana.

Se me fue preguntarle porqué jugaba golf, como se había motivado en este particular deporte, más bien me dedique mientras jugábamos a escuchar sus historias de cuales son los mejores palos y que los de antes son mejores que los de ahora. En fin… Nos sacamos un par de fotos para el recuerdo, nos despedimos con un fuerte abrazo, y nos prometimos juntarnos nuevamente para repetir el jueguito.

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